Los orígenes del Santo Entierro de Vélez
Purificación Ruiz García
Contamos con una premisa importante, y es que siempre estuvo vinculada al Convento del Carmen, por lo que hemos de trasladarnos a la época de su construcción. En Enero de 1593 registramos escrituras de vecinos interesados en reservar capillas en la Iglesia que estaban construyendo los frailes carmelitas, y a la fecha de la muerte del fundador Fray Antonio de Jesús, 1601, la totalidad de la obra del Convento aún no había finalizado. Teniendo en cuenta los antecedentes fundacionales de los frailes carmelitas, que se sirvieron de la ubicación de la Ermita de San José de la Soledad para levantar el nuevo Convento y concertaron con sus hermanos cofrades todos los puntos concernientes a la fundación, comprobamos cómo en una de las cláusulas de aquel acuerdo fundacional entre hermanos de San José de la Soledad y los frailes del Carmen en 1591, serían las dos imágenes, la de San José y la de la Soledad las primeras que por obligación y por respeto a la institución que ya existía, van a instalarse en la Iglesia del nuevo Convento. Asimismo los Cofrades de la Soledad exigieron que “todos los frailes que estuvieren y moraren en dicho convento han de salir y asistir personalmente en todas las procesiones y necesidades públicas que se hicieren y ofrecieren tocantes a la dicha Cofradía, dentro y fuera del dicho Monasterio”. Así se acordó entre los frailes fundadores y los representantes de la Cofradía: Luis Hernández Moreno, Hermano Mayor, Gregorio de Saule, Mayordomo, Pedro de Salvatierra y Alonso de Ayala, Hermanos cofrades, y por el Ayuntamiento fueron presentes Juan de la Corte, Luis Moreno Villalobos y Alonso Vara Polo.
Si en 1591 la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad ya estaba fundada, con seguridad que ya se procesionaba antes de construir el Convento del Carmen, cuando aún estaba en la vieja Ermita de San José y de la Soledad. ¿Surgió la Hermandad del Sepulcro paralela a la Cofradía de la Soledad? En 1593 Alonso Hernández Hidalgo declara en su testamento del día 19 de Abril ser cofrade de ella.
En su obra “Grandezas de la Ciudad de Vélez y Hechos Notables de sus Naturales”, escrita en 1615, Juan Vázquez Rengifo al hablarnos de las Cofradías y en concreto de la Soledad, nos da una impresionante pista, lo describe así: “ El mismo día viernes en la tarde, después de haber oído el sermón de la pasión, se representa el descendimiento de la Cruz, en que salen Nicodemus y Arimatia con escalera que, arrimándola a una gran cruz donde está una imagen de Cristo de bulto crucificado, con artificio que como con martillo y tenazas hacen demostración que lo desclavan, moviendo sus brazos, representando cuerpo humano muerto y bajado de la cruz, lo ponen en el regazo de una imagen de Nuestra Señora, y de allí en un sepulcro, en que cubierto con un blanco y transparente velo, llevándolo en hombros lo siguen gran número de penitentes con túnicas negras y mucha devoción y derramamiento de sangre, andan las estaciones como las demás cofradías, hasta que llegado al convento de monjas, lo dejan allí en el mismo sepulcro y prosiguiendo la disciplina, vuelven al convento del Carmen, de donde salieron; todo con la decencia y devoción que se requiere. Llaman a esta cofradía de la Soledad”. En 1615 pues, ya se procesionaba el entierro de Cristo y ya tenía un sepulcro.
Tres años más tarde, la viuda de D. Alonso Molina de Medrano encarga y paga a los Cofradías veleñas para que acompañen el cuerpo de su marido en el entierro, y la totalidad de las que existían en Vélez eran: el Santísimo Sacramento, la Caridad, la Vera Cruz, la Soledad, Ntra. Sra. de la Cabeza, Jesús Nazareno y la Magdalena.
En cuanto al motivo de ser considerada como la, primero Hermandad y luego Cofradía, en la que siempre estuvo representado el Cabildo Municipal, sí tiene una base documental y lógica que seguidamente explicaremos.
El día 24 de Marzo de 1766, los Señores Regidores de este Ayuntamiento manifestaron: “ Reflexionando el pié de asistencia tan debida en que se había puesto la procesión del entierro de Cristo que se hace el viernes Santo por la tarde, y que se haría notable no recurriese la Ciudad como sucede con las más del Reyno, y no quedando arbitrio por el reglamento para el gasto que se pudiera ofrecer de cera, se avinieron los individuos de esta ciudad a costearse cada uno el gasto que hiciese, como lo han hecho en los dos próximos años en que se ha verificado su asistencia y están en ánimo de ejecutarlo el presente; pero no siendo esto regular ni decente a la misma Ciudad, y por otra parte verse ya en mayor necesidad de proseguir con la asistencia, pues el no hacerlo sería hoy de mucha mas nota, la Ciudad acordó, regulando como regulaba el mencionado gasto en cien reales, que para lo sucesivo, se represente al Señor Intendente de esta provincia con testimonio de este acuerdo, a fin de que por sí o el medio que tuviese por conveniente, providencie y facilite el que se incluya el dicho gasto en los de esta Ciudad, para que pueda proseguir concurriendo con su asistencia a una función tan recomendable como la dicha procesión del entierro de Cristo.”
Placa guión
De esta fecha de 1766 es la placa guión de la que José Damián Iranzo en su libro Las Cofradías de Pasión en el Real Convento de Santiago nos dice: Es una placa calada y repujada, del más fino arte rococó en plata; mide 44×38 cms. y presenta grabada una urna dorada, el escudo carmelita y la siguiente inscripción: “ se hizo este escudo siendo mayordomo el Sr. Luis Toscano. Año de 1766”.
El dos de Marzo de 1768 el Intendente comunicó a la Ciudad que era competencia del Real Consejo adoptar el acuerdo, por lo que elevaba dicha petición al mismo para su aprobación.
El 9 de Febrero de 1771 llegó al fin la respuesta del Real Consejo, concediéndole la facultad para que se gastasen en la procesión del entierro de Cristo ciento sesenta y un reales, acordando el Ayuntamiento asentarlo en los libros de contabilidad “ para que siempre conste”, con lo cual el Ayuntamiento contaba en sus presupuestos con un gasto destinado a este fin, que se repetiría año tras año hasta que llegaron los cambios que convulsionaron la vida y costumbre que durante tantos años rigió la vida cofrade. Es muy probable que esta facultad real concedida al Ayuntamiento para incluir en sus presupuestos una partida para la procesión anual del Santo Entierro, la configurase en lo sucesivo como Real Hermandad y luego Real Cofradía.
En 1.795 el Prior del Carmen emitía informe sobre las Cofradías y Hermandades de su Convento en estos términos: “Asimismo declaro que en este mi Convento se halla erigida la Cofradía de Ntra. Sra. del Carmen; la de la Virgen de la Soledad; La de Nuestro Padre Jesús Nazareno; estas dos últimas tienen por ramos: la Hermandad de la Soledad, la del Santo Sepulcro y la de San José sujetas a la primera, y a la segunda, la Hermandad de la Virgen de los Labradores, la de Ntro. Padre Jesús, la del Cristo del Mar, la de San Juan Evangelista y la de la Magdalena. Y no aparece otra alguna Hermandad ni Orden mas que las expresadas”. En aquella fecha los hermanos del Santo Sepulcro pagaban anualmente seis reales al año cada uno para luminaria y cuidados del Santo Entierro, seiscientos setenta reales habían cogido de limosnas, y veinte reales anuales que cobraban de una memoria que pagaban los Señores Rengeles.
La investigación sobre la relación de la familia Rengel con la Hermandad del Santo Sepulcro nos descubrió, en el testamento otorgado por Don Pedro Rengel y Nieto con fecha 31 de Octubre de 1762, que se trataba de una pía memoria que Dª Isabel Pérez de Guzmán dejó instituida por una cláusula de su testamento otorgado el 27 de Febrero de 1645 ante Jacinto de Arroyo.
En cuanto al artífice del trono y del Cristo que se procesionaba antes de 1936 bien poco sabemos, sí se puede vislumbrar en las antiguas fotografías que el trono llevaba pintados motivos relacionados con el Carmen, lo que le daría una edad anterior a la desamortización de Mendizábal, 1835-36. El siempre recordado a nivel municipal, cofrade y Alcalde, D. Juan Barranquero Aponte nos dice en un informe que es obra atribuida al escultor Ortiz.
Sepulcro de Fernando Ortiz
De Fernando Ortiz conocemos con exactitud que fue el artífice del Santo Sepulcro que desfilaba en Málaga antes de la guerra civil, trabajo que realizó en 1750, pero si es verdad que la representación en sí del Santo Entierro es tan similar que pudieran confundirse, también es cierto que el marcado estilo barroco del Sepulcro de Ortiz difiere en imágenes y elementos con el antiguo Sepulcro veleño, por lo que hasta ahora y a la espera de una segura localización documental de nuestro escultor, sería conveniente mostrarnos cautos con esta afirmación.
Tampoco podemos ni imaginar el aspecto que tendría aquel sepulcro que se procesionaba a principios del siglo XVII y que refiere Vázquez Rengifo.
Sí conocemos por el informe de Juan Barranquero, que en el año 1927 se trató de restaurarlo, concertándose el trabajo con el escultor valenciano Francisco de Pablo, base nueva, reparación de varales y dorado de oro fino, reforma que lució en la procesión del Viernes Santo de 1.929, quien, no habiendo aún cobrado el total del trabajo cuando fue destruido el Sepulcro en 1936, perdonó generosamente la deuda.
Pedro Luis Fenech Poey
También nos dice el informe antes aludido que en el año 1.927 siendo Hermano Mayor Pedro Luis Fenech obtuvo el título de Real Cofradía, extremo éste que no hemos podido documentar.
La imparable proliferación de Cofradías llevó a una consiguiente regularización en distintas disposiciones legales y paulatinas que con el tiempo derivaron en la prohibición de muchas de ellas, regulándose desde 1703 hasta principios del siglo XX.
La Ley de 30 de Junio de 1887 regulaba el derecho de asociación, y sus disposiciones eran aplicables a las Cofradías, según disponían los artículos primero y segundo de la misma, que solamente exceptuaban las asociaciones autorizadas por el Concordato, o sea, las casas de religiosos y religiosas comprendidas en los artículos veinte y treinta del mismo.
José López Navarro
En 12 de Abril de 1917 se solicitó al Gobierno Civil la aprobación de una sociedad que se denominaría Cofradía del Santo Sepulcro que se aprobó conforme a la Ley de Asociaciones de 1887 antes citada, con un Reglamento que constaba de 14 artículos. En seis de Mayo de 1917 nombraron su Junta directiva, siendo el Presidente D. José López Navarro. Había nacido, como asociación, la Cofradía del Santo Sepulcro.
Era, nos dicen quienes recuerdan la antigua procesión, el único paso que mecía el trono, costumbre extendida después a las demás, y la única que necesariamente tenía que llevar todos los hombres de la misma talla.
No será necesario volver a contar los sucesos del año 1936 que todos conocemos y fueron el final de tantos tronos e imágenes de sumo interés tanto religioso como artístico.
Con fecha 2 de Junio de 1902 el Mayordomo Presidente de la Hermandad del Santo Sepulcro, Don Enrique Piédrola Espinosa acudió al Gobierno Civil para, a tenor de lo dispuesto en el Artº 1º del Real Decreto de 19 de Septiembre de 1901, inscribir esta Asociación en su registro correspondiente y quedar legalmente autorizada, incluyendo sus Estatutos con cinco artículos.
Enrique Piédrola Espinosa
Sepulcro Antiguo
En Abril de 1951 se reorganizó la Cofradía siendo Hermano Mayor Antonio González Navarro, y en 1952 se formó una Comisión con la finalidad de comprar un nuevo Sepulcro que poder procesionar con la solemnidad que siempre se había hecho, y aún se conserva algún pasquín en los que aquella Comisión decía “Veleños: Difícilmente podremos hallar uno sólo de nuestros convecinos que habiendo conocido la maravillosa obra de arte que representaba el Santo Sepulcro, no recuerde con sentimiento la pérdida de tan hermoso paso, y que en la noche del Viernes Santo no añore los años en que majestuoso y sin igual, desfilaba por las calles de nuestra querida Ciudad, mostrando a propios y extraños aquella incomparable obra de arte y de fe legada por nuestros abuelos. En la mente de todos los veleños está latente el deseo de poseer un nuevo Santo Sepulcro que si fuese posible igualase al desaparecido….la empresa parece difícil pero estamos seguros ha de resultar relativamente fácil…. Ayúdanos pues y procuremos por todos los medios la realización de esta gran idea que nos brinda la Agrupación de Cofradías.”
Antonio González Navarro
Siendo Teniente de Alcalde nuestro buen cofrade y amigo Juan Barranquero Aponte, dio cuenta en la sesión del Pleno Municipal de fecha 30 de Abril de 1952 de las gestiones que se venían realizando para convertir en realidad las aspiraciones de los veleños para que volviera a desfilar el Santo Sepulcro, de cómo gracias a las gestiones de Don Adeodato Altamirano se había hecho el diseño del nuevo Sepulcro del que era autor el escultor malagueño Adrián Risueño, de reproducción exacta al antiguo y de dimensiones algo mayores, y del Cristo yacente, que lo era el imaginero granadino Sánchez Mesa. Examinado el diseño, mereció la aprobación de los señores concejales, que también acordaron por unanimidad declarar Cofradía Oficial del Ayuntamiento la Cofradía del Santo Sepulcro como por tradición lo fue siempre.
Eloy Téllez, Adeodato Altamirano y Juan Barranquero
En sesión de 30 de Octubre de 1952, el Ayuntamiento acordó aportar 80.000 pesetas de las 95.000 a que ascendió el valor del trono.
Y por fin en la noche del Viernes Santo de 1953 el nuevo Sepulcro se procesionó en medio del orgullo de los que lo habían conseguido y de la admiración de propios y extraños. La Cofradía tenía al fin su nuevo trono.
Testamento otorgado el 19 de Abril de 1593 por D. Alonso Hernández Hidalgo, cofrade de la Soledad, cofradía matriz del Santo Sepulcro